Hemos venido exponiendo en este blog las ventajas que tiene la biomasa de cara al medio ambiente, si su explotación es ordenada y, además, cuidadosa con el medio ambiente: ayuda a recoger la biomasa que produce la naturaleza y, mejora el rendimiento del resto de especies haciendo nuestros bosques más armónicos y más rentables al conservarse los mejores ejemplares y reduciendo a veces la densidad excesiva que provoca un crecimiento desigual en el resto de árboles.
Hemos repasado también las ventajas de cara al empleo y al desarrollo rural, en cuanto que no deja de ser una instalación industrial, en la cual, se crean puestos de trabajo directos para atender la planta durante 24 horas al día, así como muchos puestos de trabajo indirectos, ya sea en cultivos energéticos o bien en limpieza de bosques, así como su transporte. No hay que olvidar que una minicentral consume en torno a 24.000 toneladas al año, lo que supone casi 7 viajes al día con astilla de biomasa, y supondría la creación de puesto y medio de trabajo por central sólo relativo a transporte. El número de puestos de trabajo vienen a representar en torno a 25 personas de puesto de trabajo directo por central.
Pero para que todo ello funcione, hace falta recursos financieros y para que pueda existir esos recursos se requiere un mínimo de rentabiliad tanto para el accionista que quiera invertir en este tipo de proyectos, como para la entidad financiera que aporte recursos, en cuanto que tiene que tener una expectativa clara de devolución del principal y de los intereses, los cuales hoy, desgraciadamente, no están bajos aunque uno se fije en el euríbor. Dicha rentabilidad va a depender de un factor esencial que es la tarifa que tiene recogida la biomasa. Hoy en día esta tarifa está bonificada con dos tramos, los primeros que se reflejan en los primeros 15 años de vida de la central y luego a partir del año 15 con una tarifa más reducida. La actualización es según IPC menos 0,50 % hasta el 2012 y un 1 % a partir de entonces. No obstante todas las tarifas de biomasa no son iguales y va a depender si la biomasa procede de limpieza de bosques, de cultivo energético, de restos de poda u otros orígenes.
Aquí la gran pregunta es qué es lo que va a ocurrir con las tarifas, ya que mucho se ha hablado de reducción de tarifas en renovables. Entendemos que por las ventajas que ofrece tanto ambientales como de generación de puestos de trabajo no se van a tocar en absoluto durante toda la vida de la planta, ya que las ventajas que ofrecen supera en mucho el mayor coste energético por tratarse de renovables. No obstante, también hay que poner en su sitio la tarifa, ya que la tarifa más cara de biomasa puede llegar a ser una tercera parte de la tarifa que tiene algunas fotovoltaicas. Fruto de ello es que el plan previsto para el año 2010 de renovables la única que no ha agotado su cupo es la biomasa y a finales del año pasado suponía sólo un 25 % de lo previsto. Además la estabilidad que ofrece la biomasa para el sistema eléctrico es mucho mayor en cuanto que mientras haya biomasa que quemar y no existan averías, la capacidad de producción es constante rentabilizando la inversión en torno a 8.000 horas al año, cifras similares a una planta nuclear.
Pues bien, todo ello arroja que previsiblemente una buena rentabilidad a obtener en un proyecto de biomasa podría rondar cifras de un 12-15 %, sin considerar apalancamiento, es decir sin tener en cuenta que al representar un 40 % de recursos propios sobre ajenos, la rentabilidad final para el accionista va a ser superior, siempre que el coste de los recursos sea inferior a la rentabilidad obtenida por el proyecto.
Tal y como comentamos, iremos analizando de forma continua las características de una inversión en una planta de biomasa.
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