Hemos leído con atención el artículo que escribe Manuel García Pardo de APPA, en el diario Cinco Días, relativo a la biomasa, y nos encontramos con un artículo que podríamos decir va al grano, reflejando de forma concisa las ventajas que tiene la biomasa y se niega a admitir el carácter residual que supone la biomasa en nuestro sistema energético. Entre los cuales, da una serie de datos interesantes para tenerlos en cuenta:
- Puede llegar a suponer potencialmente el 75 % de la energía nuclear.
- Ahorraría la emisión de 25 millones de toneladas de CO2 que en coste supondría un ahorro de hasta 460 millones de euros.
- Ahorro entre un 30-50 % de los costes de limpieza de bosques por puesta en valor de los residuos forestales.
Biomasa, indispensable en el 'mix' energético
Manuel García Pardo. - 01/04/2011
La situación sobrevenida que, de resultas del durísimo terremoto sufrido por Japón, atraviesan algunas de sus plantas de energía nuclear ha puesto de rabiosa actualidad el debate sobre cuáles deban ser las formas más adecuadas de dar respuesta a la demanda mundial de energía, hacia qué horizontes tecnológicos deberíamos caminar y cuáles deben ser las fuentes y combustibles más seguros y rentables en términos sociales, de eficiencia energética, de coste-beneficio a largo plazo y de reducción de emisiones y contaminación generada por su uso. Una de estas fuentes, inexplicablemente relegada a componente marginal del mix energético español, es la biomasa producida por los residuos forestales, agrícolas, ganaderos y urbanos.
Las potencialidades de la generación de energía limpia por medio de la biomasa están muy desaprovechadas en España. Si se aprovecharan al máximo esos recursos, la energía generada podría atender -según datos proporcionados por expertos de la FAO (la Organización de las Naciones Unidas, para la Agricultura y la Alimentación), ya en el año 2009- hasta el 75% de la demanda eléctrica que ahora cubre la energía nuclear.
Ahorraría también la emisión cerca de 25 millones de toneladas de CO2, que además evitaría un coste, por compensación en el mercado de emisiones, de en torno a 460 millones de euros, mucho más no solo de lo que actualmente se dedica a incentivar esta actividad, sino de lo que el sector demanda para poder poner en marcha las plantas de biomasa que actualmente están en proyecto.
Las causas de esta desidia son de dos tipos. Por una parte, la deficiente y muy poco sostenible explotación de nuestros recursos forestales y de los residuos que genera tanto su aprovechamiento como su limpieza. Por otra parte, no solo la poca convicción pública de que esta energía puede sustituir una parte sustancial de los combustibles fósiles, que ya sería por sí mismo un motivo determinante para favorecer su utilización, sino su falta de fe en los beneficios directos que produciría frente a los sistemas de producción tradicional de energía.
Por otra, la errónea creencia de que la energía generada por biomasa no puede asegurar eficazmente el suministro de energía. Pero esta creencia es errónea puesto que, a diferencia de otras energías incluyendo el resto de las renovables, está contrastado que la biomasa puede asegurarlo puesto que los recursos de combustible biomásico son predecibles, suficientes, controlables y gestionables.
La utilización de las biomasas para generar energía reduce sustancialmente los residuos de origen orgánico, uno de los más graves problemas de las sociedades modernas. La conversión de la biomasa en energía es la solución más eficaz y más económica para el problema de la creciente producción de residuos generados por los sectores agrícola, ganadero, forestal y urbano, y para los nocivos efectos sanitarios y medioambientales que produce su abandono incontrolado.
Valoriza residuos evitando su abandono o enterramiento y con ello posibles plagas o contagios. En términos económicos, produce importantes retornos al erario público por impuestos, cotizaciones a la Seguridad Social y menos prestaciones por desempleo. Tiene un importante papel positivo en la prevención y evitación de incendios forestales, y en la reducción de los importantes costes que hay que dedicar a su extinción, que se estima entre el 30% y el 50%. Reduce las emisiones de gases de efecto invernadero (GEI) y otros gases y partículas en cantidades muy importantes, contribuye a reducir los elevadísimos costes de la obligada apelación española al mercado de emisiones y reduce considerablemente la factura sanitaria.
El desarrollo de la biomasa tiene un importante recorrido pero depende de la existencia de un marco regulatorio diseñado para incentivarla adecuadamente. Aunque el potencial de crecimiento de las centrales de generación de energía eléctrica a partir de la biomasa es superior al de otras tecnologías, en los últimos años su desarrollo ha sido muy inferior al previsto por la Unión Europea, por el propio PER (Plan de Energías Renovables) y por las empresas dedicadas a esta actividad.
En necesario que el Gobierno reconsidere la importancia de la energía que se produce a partir de la biomasa. Esta energía está muy poco considerada en el actual PER 2005-2010 y las expectativas de su incentivación en el nuevo PER 2010-2020 que se está diseñando son cicateras, insuficientes y pueden relegar definitivamente a la biomasa a ser una fuente residual de energía, cuando sus ventajas son evidentes, su coste final muy reducido -o incluso negativo en términos globales- y tiene efectos altamente positivos sobre el medio ambiente.
Ahora más que nunca es urgente superar esta consideración marginal de la biomasa para avanzar decididamente en el camino de la sostenibilidad del sistema de generación de energía nacional, tan dependiente hasta ahora de los combustibles fósiles y de las formas tradicionales de producirla, incluida la energía nuclear.
Manuel García Pardo. Presidente de la sección Biomasa de la Asociación de Productores de Energías Renovables (APPA)
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